Interiores, 2000

alejandra abigador

Esta instalación reflexiona sobre las circunstancias del hombre contemporáneo que está tensionado entre la fragilidad y fortaleza a que está exigido en su existencia cotidiana.

Utilizo la cama como símbolo, escala del cuerpo humano, territorios deshabitados en su repetición en el vacío que proyectan su carga de ausencia.

Cada cama alude al interior de las vulnerabilidades y fortalezas del ser humano, a la propia existencia.

A través de significantes como pelos, hilos, tachuelas, cera, tejidos o agujas se puede percibir el paso del hombre.


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